Hacer las paces con la suerte

Mi hija de 5 años tuvo la Fiesta de la Alegría (salida a vacaciones) en su kinder el viernes. Desde el jueves había escogido un vestido que quería usar y estaba emocionada.

El viernes amaneció lloviendo, oscuro y frío. Viene saliendo de una enfermedad y no se iba a poder poner el vestido y se enojó con su mamá y conmigo.

El clima no está en el control ni de ella ni de nosotros. Es suerte.

Los humanos no aprendemos a hacer las paces con la suerte en nuestra vida. Nos afectan mucho las cosas que pasan que están fuera de nuestro control. Nos pasa cuando no madrugamos porque el día está feo, cuando nos da chicha una presa en la autopista y hasta cuando pierde nuestro equipo de fut.

Pero lo más peligroso es cuando no entendemos que TODO lo que nosotros hacemos depende de un grado altísimo de suerte. Nuestro matrimonio, montar nuestra empresa, la presentación con el jefe. Sí, por supuesto que requiere nuestro esfuerzo y trabajo y talentos, pero también de mucho suerte.

Si Mark Zukerberg hubiera perdido la demanda de los gemelos Winklevoss, Facebook no existiría por suerte, por más buena que fuera la idea. Si usted monta un negocio y cambian una ley, su negocio puede no funcionar y no es su culpa. O si se viene la pandemia y usted es el dueño de Zoom su negocio crece 1500% y tampoco fue su culpa.

Hacer las paces con la suerte es importante. También es importantísimo entender cuáles resultados se deben a suerte y cuáles no para saber que corregir y en qué invertir—no sirve de mucho tratar de replicar la suerte o pelear en contra de ella.

Al final, traté de tener esta conversación con mi hija ayer y no sirvió. Mi suerte fue que ella me convenció de usar el vestido pero con sweater, pero de fijo vamos a seguir teniendo la conversación.