La vida no tiene reglas — pueden hacer lo que quieran

September 21, 2025

El sábado, después de hacer mi corrida larga de la semana, me encontré a otra persona que estaba terminando de correr. Me saludó, se presentó y me dijo que había visto mis posts en Instagram.

Quería saber sobre mi carrera.

¿Cuál carrera es?

¡No es carrera! Lo voy a hacer solo, un sábado en diciembre.

¿Uno puede hacer eso? ¿Inventarse una carrera y hacerla?

Sí.

Es algo que me han preguntado mucho con este tema del Reto Más Absurdo Que Me He Puesto En La Vida. La gente quiere saber a cuál carrera es que me apunté.

Creo que es natural. Cuándo uno piensa en un evento de correr, lo natural es pensar que es una carrera. Es lo que hemos visto todas nuestras vidas: la gente entrena para correr una carrera organizada.

Pero claro que uno puede entrenar para correr un evento que no es una carrera organizada. Claro que uno se puede inventar un evento y hacerlo — aunque sea sólo.

No hay reglas para correr lo que uno quiere correr — y eso aplica para todo en la vida.

El juego no tiene reglas, pero alguna gente cree que sí

Yo crecí en un ambiente educativo donde pensar en que cualquier persona pudiera hacer cualquier cosa era una locura.

Mi educación fue una de tener que pedir permiso o de ser escogido — solo las personas que con talento, intelecto o promesa eran escogidas para hacer cosas épicas. Eso aplicaba para los mejores trabajos, arte, hasta deportes.

Me acuerdo de estar en 5to año del cole y querer con lo más profundo de mi ser estudiar arquitectura o diseño de producto y varios adultos me dijeron que mejor ingeniería porque era bueno en mate, pero que no tenía talento artístico.

Me acuerdo de tener 27 años y llegar de vivir en Australia y decirle a mis amigos que iba a jugar rugby en una liga muy nueva y pequeña que había comenzado aquí. "Pero usted es tico, nadie sabe jugar eso aquí."

Me acuerdo de tener 31 y querer comenzar mi propio negocio con mis propias ideas y hasta con mi propio diseño de logo y que mis pares me cuestionaran porque yo ni era diseñador ni había estudiado negocios.

Me acuerdo que me cuestionaron cuando quise comenzar un gimnasio de CrossFit solo para mujeres;
me cuestionaron que fuera le director de una incubadora de startups;
me cuestionaron cuando me inventé un curso de la U y fui a proponer que lo incluyeran en el plan de estudio;
me cuestionaron que hiciera mis propios diseños para una marca de ropa;
me cuestionaron que me inventara un producto de comida para vender en pizzerías;
me cuestionaron que quisiera escribir un libro;
me cuestionaron cuando decidí comenzar a dar mis propias charlas y talleres...

Yo sé que en la gran mayoría de los casos no me cuestionaron de mala fe. No es que no creyeran en mí, o querían que me fuera mal.

Me cuestionaron porque ellos vivían (viven) de acuerdo a unas reglas que creían que yo estaba quebrando — y quebrar reglas es malo, o por lo menos, es una locura.

Ellos vivían (viven) de acuerdo a la regla de que sólo ciertas personas pueden hacer ciertas cosas. Sólo un atleta de cierto tipo puede decidir dedicarse a cierto deporte, sólo una persona con ciertos estudios y cierto intelecto puede dedicarse a ciertos trabajos y sólo ciertas personas con ciertos talentos pueden manifestar esos talentos al mundo.

¡Pero esas reglas no existen!

Después de 15 años de estar en el mundo tratando de crear una carrera profesional en cosas en las que no tengo títulos universitarios, de leerme cientos de biografías de personas que han hecho cosas épicas y de estudiar cómo funciona el sistema de educación y el diseño de vida (y donde fallan) me doy cuenta que lo único que se necesita para hacer cosas épicas es decidir hacer cosas épicas entendiendo que las únicas reglas son generar valor para uno y para otros, ser responsables por hacer lo mejor que podamos y aprender a hacerlo mejor y aprender a esforzarse.

Yo espero que Antonia, mi hija, crezca en un mundo donde cualquier persona puede decidir jugar, crear y contribuir sin necesidad de ser escogido o que alguien le de permiso.

Pero más que esperar, mi meta como papá es crear un ambiente y un ejemplo que le de confianza de que así es.

Curiosamente el universo esta semana ha estado confabulando con nosotros para enseñarle eso a Antonia:

El libro que escribió mi abuelo y la obra de teatro de la teacher de español de Antonia

El martes, ya listos para dormir, Antonia me pidió que le leyera un librito que le habían regalado pero que nunca habíamos leído.

Son cuentas para niñas de cosas increíbles que han hecho mujeres poderosas en contribución a la sociedad/mundo.

Leímos las 3 historias increíblemente inspiradoras y necesarias.

Pero lo más épico es que al final del libro vienen unos ejercicios donde las niñas pueden escribir ellas qué quieren hacer por el mundo, qué quieren cambiar y cómo lo harían.

El libro no sólo enseñar sobre 3 mujeres famosas y poderosas que pudieron hacer cosas, sino que ese ejercicio sencillo al final pone a las niñas que lo lean en el mismo lugar de ellas: un lugar desde el que pueden decidir hacer contribuir sin necesidad de ser escogidas ni de tener permiso.

El viernes Antonia me contó que habían decorado la clase de cosas de Brasil. Fue épico porque le pude contar que su bisabuelo había ido varias veces a Brasil a aprender sobre ganado resistente al calor y que había hecho cosas muy importante para mejorar las razas de ganado en Costa Rica y que contribuyó mucho a toda la industria lechera.

Además, le enseñé el libro que había escrito.

"¿El abuelo trabajaba como autor?", me preguntó

No mi amor. El era ganadero y profeso y diputado. No hay que ser autor para escribir un libro, y no hay que ser cierto tipo de persona para aportar.

Lo más importante y chiva de todo es que cualquier persona puede decidir hacer cosas importantes y grandes e interesantes para ayudarle a otros o para crear cosas que uno quiere ver en el mundo.

Ayer, domingo, llevé a Antonia al Teatro Nacional a ver una obra que escribió su Teacher de español de la escuela. Me pareció importantísimo llevarla para que ella viera que una persona de carne y hueso, "normal", real, que ella conoce y con la que se relaciona todos los días puede decidir hacer algo épico y sacarlo al mundo.

Fue épico ver cómo Anto se emocionó por apoyar a su teacher que ama, pero además de que me hiciera preguntas:

"¿Cualquier persona puede escribir una obra y que salga en el Teatro Nacional?"

Sí. Bueno, cualquier persona puede decidir escribir una obra y cualquier persona puede ir a buscar que alguien la lea para que tal vez decidan ponerla en Teatro Nacional. No pueden poner todas las obras en el Teatro Nacional, porque no hay suficiente tiempo para poner todas las obras que a todas las personas se les ocurran, le expliqué.

¡Pero lo que sí es cierto es que cualquier persona puede escribir una obra y hacerla en el parque del barrio para todos los vecinos! ¡O pueden alquilar un teatro y vender entradas! ¡O pueden grabarla y ponerla en YouTube o TikTok!

Uno puede decidir escribir la obra y uno puede decidir tratar de que salga en el Teatro Nacional o puede decidir que se quede como algo para la familia en el patio de la casa.

Esta semana fue épica porque pude enseñarle directamente a Antonia que crear cosas, sacar cosas al mundo, hacer cosas difíciles y/o contribuir no es un tema de tener permiso o ser escogido — es un tema de tomar la decisión de hacerlo y hacerlo con cariño y ganas.

Pudimos ver — juntos — que las personas que hacen esas cosas no son "especiales", que no tienen cosas que nosotros no tenemos, que no se esperan a que alguien los escoja o que les de permiso.

Pude enseñarle evidencia de que no hay reglas de quién puede y cómo puede hacer las cosas. Que uno puede inventarse cosas y hacerlas — solo para uno o con/para otros.

Pude hablarle de las cosas épicas que han hecho y siguen haciendo personas de su familia y de su contexto diario, personas que son como ella y como yo, que un día decidieron sacar al mundo lo que tenían sus cabezas.

¿Cuáles cosas épicas, difíciles y valiosas van a decidir hacer ustedes hoy?

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