Lo (malo) que pasa cada vez que comparte un meme

February 5, 2023

El problema con los memes es que son tan pegajosos y graciosos y fáciles de compartir y tan…¡épicos!

Eso es un problema. Para mí, para ustedes, y para todos.

Es un problema porque se comparten ideas que ustedes no creen realmente y que no generan valor, pero que sienten que sí porque parecen ser inofensivas y otros que las comparten los hacen sentir parte de un grupo más grande que les da validez.

Los memes me preocupan, hasta me dan miedo, y eso me ha llevado a hacer un análisis más profundo del “meme”  (sí, soy ese nerdo) que quiero compartir con ustedes, pero primero les explico por qué me preocupan.

Específicamente me dan miedo los memes que giran alrededor de "odio esto u odio lo otro" porque en el 100% de los casos hablan de odiar cosas que no podemos cambiar y que generan un mindset poco valioso para vivir la vida.

Por ejemplo, mi newsletter (inicialmente llamado F*CK YEAH! MONDAY!) lo comencé en el 2015 después de estar extrañado de la cantidad de memes de "odio los lunes" que veía todos los domingos y lunes. Todas las semanas sin falta. Las mismas personas, quejándose por la misma cosa, todas las semanas y miles de personas replicando el mismo sentimiento.

Esas personas, me di cuenta, eran las mismas personas con las que tenía conversaciones de que no estaban satisfechos con sus vidas, que querían un cambio, que todo estaba en contra de que ellos pudieran hacer algo con lo que estuvieran felices.

Las mismas personas que querían un cambio hacia lo positivo en sus vidas eran las mismas personas que replicaban mensajes negativos acerca de sus vidas. ¿No deberían de querer consumir y compartir mensajes que aluden a ese cambio positivo que quieren en lugar de replicar mensajes que le den más fuerza a su sentimiento negativo actual?

Quise finalmente escribir esto porque la semana pasada vi mi feed de Instagram repleto de memes de "enero es demasiado largo", en son de queja y sufrimiento. Enero dura 31 días, no es demasiado largo. Ya eso me puso a pensar.

Obviamente es un tema de percepción y de contexto: venimos de vacaciones, la cuesta de enero, la cantidad de fines de semana entre fechas de pago, etc. y eso lo hace sentir largo. ¿Pero es una percepción que nos genere valor? ¿Es bueno que todo el mundo se esté quejando por la realidad de un mes normal y que otros lo vean y sientan que está validado quejarse por una percepción de su realidad que no les sirve de nada?

Además, estas son las mismas personas que me dicen después que les da ansiedad que el año vaya demasiado rápido. ¿No deberían de querer que uno de los meses se sienta lento?

Los memes, por más que parezcan sólo una tontera de redes sociales, son un medio formal, muy estudiado (como los libros épicos de Marshall McLuhan) y se incluye como pilar en todas las campañas de comunicación, publicidad y mercadeo de marcas pequeñas y gigantes. Son un medio diseñado específicamente para esparcir ideas de la manera más fácil, rápida y eficiente posible. Son tan efectivos que la mayoría de nosotros conoce el coeficiente de contagio R por la pandemia de Covid, pero se usa desde hace décadas para medir cómo se esparcen las ideas con memes.

El meme es tan poderoso como vehículo de contagio de ideas porque:

  1. Es facilísimo de compartir. No es lo mismo querer compartir un artículo de 500 palabras como este o hasta un video de 3mins que una imagen o gif que se consume - ¡y entiende! - en fracciones de segundo.
  2. Conecta inmediatamente. Los memes se basan en "insights" del zeitgeist (la cultura, los eventos y el sentimiento del momento). Los memes, aunque sean una idea que no nos define al 100%,  nos hacen parte de un grupo de personas que siente lo mismo, cree lo mismo y está pasando por lo mismo - aunque sea en parte. 

McLuhan decía que es importante evaluar el mensaje no sólo por el contenido, sino por el vehículo que lo transmite. En el caso de los memes de "enero es demasiado largo" u "odio los lunes" es importante evaluar más el vehículo que el contenido. Si esas personas compartieran un podcast de 30 minutos de por qué odian los lunes, o un artículo de 750 palabras de por qué enero es demasiado largo, jamás serían contenidos que se esparzan tanto como los memes. ¿Por qué? Porque aunque la idea sea la misma, el medio la transforma. No hay tanta gente que quiere escuchar durante tanto tiempo a alguien quejarse, aunque una parte de nosotros se sienta igual. Pero sí podemos ver durante 1 segundo una imagen de alguien quejándose, sobre todo si da risa y a pesar de que no compartamos el sentimiento al 100%. Podemos querer reírnos con otros y compartir algo fácil, solo por reírnos también, aunque no compartamos el sentimiento del todo.

Esta característica de los memes hace que terminemos compartiendo ideas que nunca tuvimos la intención de compartir, por lo menos no de manera consciente. Por un lado, nos sentimos validados por poder sentir lo que sentimos durante 1 segundo (que no hace daño, creemos) y por otro, queremos ser parte de nuestra comunidad que se siente igual (por lo menos creemos que se siente igual). 

Y aquí está el problema: cuando compartimos el meme de "odio enero por ser largo" no lo estamos sintiendo un segundo, estamos sintiendo el efecto de cientos o miles de personas compartiéndolo. Deja de ser algo que nos dió risa en el momento y tenía una onza de verdad, y se convierte en que somos parte de una comunidad de personas que se quejan de que enero es demasiado largo y esparcen esa especie de sufrimiento que no se puede cambiar. 

Nos convertimos en un nodo más de una red hiper eficiente para esparcir ideas. Ojalá ideas buenas y positivas, pero generalmente ideas de malestar, pereza, sufrimiento y resignación.

No es por nada que los memes se convirtieron la base de explosión de crypto en los últimos años y hasta el meme fue lo que permitió que Leonardo da Vinci sea el artista famoso que conocemos hoy.

Compartir memes es una forma de comunicarnos, de conectarnos con otras personas y eso no es malo. Como medio de comunicación ya vimos que los memes cumplen una función valiosa y poderosa, pero como cualquier otro medio de comunicación es importante que analicemos cómo lo hacemos, cómo lo usamos y el efecto que tiene en las otras personas.

Un meme se siente inofensivo y por eso este análisis se puede sentir exagerado, pero no es inofensivo, por algo las marcas y gobiernos y movimientos lo usan tanto. Un meme se siente como algo muy pequeño y efímero, pero no es cuando todo el mundo que uno ve lo comparte y dura días, semanas, meses y hasta años dando vueltas.

Por eso es que los memes pueden ser tan problemáticos: se camuflan. Y por eso son tan buenas herramientas también.

Reírse no está mal. Encontrar un meme gracioso porque toca una verdad de una manera fácil de consumir no está mal. Querer pertenecer a grupos y comunidades que viven lo mismo que uno tampoco está mal. Mi idea con esta tesis sobre memes no es decirles que no se diviertan y que no usen redes, es darles una manera de analizar lo que están haciendo en redes y la problemática que podría estar generando sin que ustedes se den cuenta de lo que está pasando.

La próxima vez que vean un meme que les da risa o que sienten que les habla de una verdad muy profunda de su vida, deténganse un segundo y analicen si (a) realmente se sienten así y si es un mindset que les genera valor y (b) si quieren convertirse en un nodo de esparcir ese mensaje.

No solo para memes, pero especialmente para memes, analicen el mensaje, analicen si comparten la idea realmente, analicen si quieren que esa idea ande por ahí dando vueltas, analice si deberían de usar una mascarilla metafórica para que ciertas ideas no contagien a otros.

La dieta de consumo de contenido no es sólo lo que decidimos consumir nosotros sino también lo que decidimos compartir para que otros consuman.

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